Estábamos en plena resaca del cuento “Sin Miedo”, disfrutando de las opiniones vertidas por quienes lo habían leído, sacando una nueva tirada y rediseñándolo para que Leli Cantarero lo presentara a un concurso de ilustración. Estábamos así cuando Marisi pone en contacto con Leli y conmigo a Maribel Plaza.
Maribel, sin duda atraída por la edición de “Sin Miedo”, pregunta si es posible darle forma a un cuento suyo, “Lizzy y los siete miedos”, para presentarlo a una editorial. ¡¿Cómo no?! es el grito unísono de Leli y mío. ¡Ahora mismo! Nos ponemos manos a la obra calculando tamaños y número de páginas para presupuestar. Aceptado el plan de trabajo, Leli se pone a trabajar.
En tiempo sorprendentemente corto, recibo un paquete con los originales de las ilustraciones y dedico más de dos horas a contemplarlas por delante y por detrás, observando cada detalle de los trazos, las texturas y los trozos que componen los collages. Una vez más, quedo sorprendido de la capacidad creadora y agradecido de poder trabajar con semejante material.
Hemos acordado un tamaño de página para el cuento de 16X22 cm. apropiado para un público entre los ocho y los once años y con unos márgenes, entre la página y la caja de texto, suficientes para dar aire a la lectura con una visualización equilibrada y agradable.
La tipografía seleccionada es el tipo Benguiat Book con tamaño 12 puntos e interlineado de 21,3 puntos. En la mayoría de las páginas, el color elegido es el azul, utilizando el blanco en aquella cuyo fondo permite su lectura fácilmente por contraste cromático.
Con objeto de dar mayor atractivo al conjunto, se han utilizado como recursos de ilustración algunos detalles de los originales para las páginas que quedaban exentas de lámina. La presencia de estos recursos supone para el lector o lectora una motivación visual y una invitación lúdica a identificar la lámina a la que pertenece cada uno.
El resultado final es un cuento que consta de 24 páginas que incluyen una portadilla interior de presentación y una página final de créditos. El interior está pensado para su impresión en papel de 200 gramos y su encuadernación con wire-o y portada envolvente de 300 gramos. En su defecto, la editorial puede optar por impresión en cartoné y encuadernación en tapa dura.
Leli tambien ha tenido en cuenta el diseño de una portada polivalente que puede adaptarse a los dos tipos de encuadernación propuestos.
Una vez más, la satisfacción ha sido plena y sólo nos resta desear suerte a la autora del cuento en su aventura en el mundo de la edición.
Hace la tira de años que nos conocemos, desde que una pléyade de maestras y maestros aparecieron en Lucena, cual misión pedagógica republicana o Barraca lorquiana, para abrir las ventanas docentes y airear la cultura de Lucena. Ellas y ellos agitaron semanas culturales, Jornadas Pedagógicas, un colectivo cultural, seminarios permanentes o unos carnavales rescatados de la censura impuesta por el franquismo y el consiguiente olvido.
Dejaron huella, no fue para menos, quienes se hicieron cargo de la educación reglada y no reglada de la infancia y la juventud lucentinas al mismo tiempo que ofrecieron su ocio, con el mismo espíritu pedagógico, añadiendo cultura alternativa al resto de la población.
La anteriormente mencionada tira de años ha culminado con sorpresa cuando Antonio María me contacta para editar una suerte de memoria de su padre.
El original rebosa de detalles que ayudan a explicar algunas cosas y descubrir otras del amigo y compañero Antonio María. Se trata de una biografía compartida por Francisco Cabrera el de la Fábrica, Tránsito García y un siglo, el XX, del pueblo de Pozoblanco.
Como complemento, Antonio María aporta numerosas fotografías del pueblo y de la familia, así como documentos que ilustran el relato. Mención aparte merece la reproducción de dos cartas manuscritas, la primera por su tío Antonio y dirigida a su mujer el día antes de morir en el frente durante la Guerra Civil (se incluye el sobre por el derecho y el revés); la segunda misiva, de puño y letra de Francisco, está dirigida a su hermana Ana para ponerla al corriente de la información referida a la muerte de Antonio, su marido.
Hay que agradecer al autor la dedicación al relato hasta dejarlo perfectamente estructurado en 34 capítulos breves que guían al lector y permiten dosificar la lectura de manera cómoda. A éstos se añaden un prólogo y un epílogo.
Dispuestos los márgenes de página con los correspondientes encabezados y la numeración de página centrada, se ha utilizado el tipo de letra Georgia con tamaño de 12 pt y un interlineado de 18, con una sangría de 10 mm en la primera línea de párrafo. Para el título de capítulo se ha utilizado el mismo tipo con 18 pt, centrado y una separación de 26,5 mm respecto al borde superior de la caja de texto.
A lo largo del relato, se intercalan textos referidos a la historia de España con los que se contextualiza el relato biográfico. Para dotarlos de entidad propia y facilitar una lectura independiente, se ha utilizado el tipo Arial de 10 pt, negrita, cursiva, con un relleno de negro del 75%. Al párrafo de estos textos se le ha dado una sangría izquierda de 10 mm, conservando los 10 mm de sangría en la primera línea.
La portada y la contraportada ha sido compuesta por Rafa Sánchez a partir de una fotografía de Pozoblanco sobre la que se sitúa centrada una foto de Francisco Cabrera a modo de marca de agua. En la contraportada se ha colocado una faja transparente que incluye un retrato de Francisco realizado con lápices de colores por Alejandra Monje Uribe a partir de una fotografía.
El resultado final es un libro de 252 páginas en tamaño A5 con el interior en B/N sobre papel ahuesado de 90 gr y las portadas en cartulina de 300 gr con laminado mate. La tirada inicial ha sido de 32 ejemplares.
Toda transición intergeneracional suele ser un proceso en gran medida traumático, a veces dramático, en el que conviven pros y contras, defensores y detractores, creyentes y disidentes.
Los libros, su producción, distribución y consumo, se encuentran inmersos en la vertiginosa mudanza de la galaxia Guttemberg a la digital, conviviendo por ahora aspectos futuristas con otros milenarios que hacen que los hogares dispongan de libros físicos y otros electrónicos: el mismo título, el mismo autor y el mismo editor están al alcance de la mano o del ratón.
La batalla está servida entre los defensores de uno y otro formato, el trauma está a flor de piel y el drama representa una escena cada día que pasa.
Hoy queremos poner en valor una cualidad residual del tradicional libro de papel, un aspecto poco apreciado tal vez por su intangibilidad, algo que todo el mundo percibe con cierta indiferencia, una seña de identidad que está muriendo sin que mucha gente le haya prestado la debida atención: el olor.
Olor a libro nuevo
La variedad de los productos utilizados en el proceso de fabricación modifica el olor de unos libros respecto a otros.
“El olor a libro nuevo depende en gran medida del papel, las tintas y los adhesivos utilizados para la impresión y la encuadernación”.
El papel se fabrica a partir de madera cuyas moléculas de glucosa se enlazan formando la celulosa, a la que se añaden productos como la sosa cáustica que aumentan el pH del papel y hacen que las fibras se hinchen. Las fibras se blanquean en un proceso posterior con otros productos como el peróxido de hidrógeno y, después, se mezclan en agua con aditivos para modificar las propiedades del papel y productos para el encolado.
“Las diferencias del papel, los adhesivos y las tintas utilizadas determinan el olor de cada libro”.
Las tintas están compuestas por pigmentos y colorantes solubles de una parte y, de otra, el barniz, una mezcla de resinas, disolventes y aditivos que actúa a modo de vehículo para transportar el color.
En una tinta pueden intervenir 3 ó 4 tipos de disolventes como disolvente verdadero, diluyente y retardante. El diluyente favorece la evaporación de los disolventes verdaderos y el retardante retrasa el secado de la tinta.
La maquetación y el contenido de un libro influye en la cantidad de tinta a utilizar en su impresión (tipografía, interlineado, gráficos, etc.) y por tanto en la intensidad del olor del producto acabado.
En cuanto a la cola utilizada para encuadernar, tradicionalmente se utilizaba el engrudo, un adhesivo vegetal fabricado con almidón de trigo, de arroz, de patata, de maíz, de yuca… Hoy se utilizan prefabricados compuestos de acetato, vinilo, etileno y otros productos químicos con diferente Ph.
En la encuadernación rústica, la cola se aplica exclusivamente en el lomo, mientras que en la encuadernación de tapa dura se utiliza para el lomo, el forrado de cubiertas y la fijación de diferentes elementos estructurales o decorativos.
Olor a libro viejo
Al igual que sucede con los seres vivos, el olor de un libro varía con el paso del tiempo, emanando en su vejez un característico olor que ha sido objeto de investigación como método para evaluar el estado de los libros antiguos mediante la monitorización de las concentraciones de diferentes compuestos orgánicos que emiten.
“La descomposición química de los compuestos del papel es lo que produce el característico olor a libro viejo”.
El papel contiene, entre otras sustancias, celulosa y lignina, siendo las cantidades de esta última menores en los libros modernos y mayores en los de hace siglos. Ambas sustancias las producen los árboles con los que se fabrica el papel, conteniendo el papel más fino menos lignina que otros más gruesos. En los árboles, la lignina ayuda a unir las fibras de celulosa y de esta forma se mantiene la madera rígida. Además, la lignina es responsable del amarilleo del papel con el paso del tiempo, ya que la oxidación hace que se descomponga en ácidos que ayudan a descomponer la celulosa. El olor a libro viejo proviene de esta degradación química. Los papeles actuales son sometidos a procesos químicos que eliminan la lignina, ralentizando la degradación de la celulosa.
“Las reacciones de hidrólisis ácida producen una gama de compuestos orgánicos volátiles que contribuyen al olor de los libros antiguos”.
Algunos compuestos contribuyen con sus propiedades odoríferas: el tolueno y el etilbenceno (olor dulce), la vanilina (olor a vainilla), el benzaldehído y el furfural (olor a almendra) y el 2–etilhexanol (olor floral). Otros aldehídos y alcoholes producidos por estas reacciones también contribuyen, aunque sean bajos sus umbrales de olor.
Los citados compuestos, una vez desprendidos, son útiles para determinar el grado de degradación de los libros antiguos. Pero algunos, como el furfural, se utilizan para determinar la edad y composición de los libros: los publicados después de mediados del siglo XIX emiten más furfural, aumentando la emisión con el año de publicación en relación con los libros más antiguos compuestos de papel de algodón o lino.
Libros inodoros
Con la aparición de la imprenta digital, el tóner ha sustituido a la tinta como producto de impresión eliminando así uno de los factores más influyentes en el olor del libro, quedando reducido a los componentes del papel y la cola de encuadernación.
Por su parte, la irrupción del libro electrónico ha privado al acto de la lectura de experiencias sensoriales como el tacto y el olor.
El cielo y el mar son una invitación a soñar desde los albores de la humanidad. Pocas personas escapan al magnetismo del aire y el agua cuando se agitan en marejadas o forman corrientes capaces de arrastrar la realidad al espacio de los deseos y las imaginaciones.
Desde La Herradura, nos llega un manuscrito y varias fotografías que un día fueron huellas de futuros soñados y que hoy aquilatan los recuerdos de Manuel Barbero Barbero donde siguen habitando su familia, sus amistades, su vecindario y los paisajes de una infancia y una juventud intemporales.
El material de este libro nos llegó a través del amigo Pipo, a quien se lo entregó Manuel, el peluquero de Elena, una vez que acabó de componer el texto y de recopilar las viejas fotos que lo acompañan.
La extensión del escrito y la abundancia de fotografías nos hicieron decidirnos por un formato A5, lo que da lugar a unas 200 páginas estructuradas por el autor en pequeños capítulos que se incluyen en 6 bloques.
Arranca el relato con la historia del sueño de dos vecinos de La Herradura, José y Antonio Barbero Alaminos, a finales del siglo XIX y finaliza con las impresiones que la pandemia del Covid–19 está dejando en el autor. Por último, una compilación de fotografías sirve de ilustración de lo recogido en el libro.
Se ha utilizado la fuente Garamond de tamaño 13 pt. con párrafo justificado e interlineado de 17,6 pt. Para el Diario de la pandemia, se ha utilizado la fuente Arial cursiva de tamaño 11 pt.
El papel utilizado para la impresión del interior es del tipo ahuesado de 90 gr., mientras que para la portada se ha utilizado un estucado mate de 300 gr. con acabado laminado mate.
Tanto la portada como la solapa trasera se han ilustrado con el cuadro del autor “Nostalgia infantil de La Mezquita”, fechado en 2020 y realizado en acrílico con unas dimensiones de 30X20 cm. Firma el cuadro como M. Barbieri. En la contraportada, figura el árbol genealógico de la familia Barbero.
Para la primera edición, se ha hecho una tirada de 100 ejemplares que pronto llevarán los sueños de Manuel a muchas personas de La Herradura y del mundo.
Enhorabuena, Manuel, por haber realizado otro sueño más en tu vida. Y gracias.
PD.: A finales de 2020, se hace otra edición de 52 ejemplares y, a primeros de 2021, se editan 24 ejemplares en papel de 110 gr. plegados en cuadernillos cosidos con encuadernación en tapa dura.
2020 es un año extraño para las personas corrientes, maldito para las aprensivas.
Un ser invisible e intangible, el COVID–19, ha sido capaz de domeñar los modos de vida de la humanidad agitando uno de los más veteranos enemigos de la sociedad: el miedo. El miedo al contagio, a la enfermedad, a la muerte, ha hecho que modifiquemos nuestros hábitos para tratar de esquivar al virus sin convertirnos en cómplices y víctimas de su actividad.
El fantasma del confinamiento se cierne de nuevo sobre la sociedad como el invierno se vislumbra tras la llegada del otoño o el verano con el final de la primavera. La prevención es una aliada contra el virus que nos aconseja el distanciamiento social como forma de preservar la salud, y esta especie de aislamiento conlleva horas y horas de soledad que sobrellevamos con actividades variadas.
Una de las cosas que la pandemia ha modificado es el desarrollo de la cultura en general y de cada una de sus manifestaciones en particular. Los aforos de público se han reducido en espectáculos públicos y las jornadas divulgativas y conmemorativas se han mudado al espacio virtual, cada vez más presente en nuestras vidas.
Como consecuencia, las tradicionales ferias del libro y el 23 de abril, Día del Libro en todo el mundo, han visto alterados sus calendarios habituales. Tras una lógica postergación de la Feria del libro 2020, a la espera de una mejoría sanitaria que está lejos de llegar, en muchas ciudades se ha decidido celebrar la Semana del Libro entre los días 5 y 10 de octubre.
Tu Libros Libres y Pepe Morales queremos poner a tu alcance la lectura como eficaz vacuna contra el virus y sus aliados el tedio y el miedo. Leer es una tarea que se realiza en solitario, pero sirve para abrir horizontes y estrechar lazos con otras personas a través del intercambio de experiencias lectoras.
Recomendamos los libros de nuestra semana del libro a la espera de que sean de vuestro interés y gusto. Como siempre, los podéis encontrar en las librerías Pipo y Mi Garabato 2.0 de Lucena, Juan de Mairena de Granada, directamente a través de nuestro correo electrónico y, si no hay más remedio, en Amazon.
Un extraordinario acontecimiento ha tenido lugar unas trescientas mil horas después. Hay quien difiere de la cantidad por arriba o por abajo, pero lo cierto es que ha sido algo excepcional, singular, asombroso. Que quienes han gestado el prodigio se conocieran desde hace tantíiiiisimas horas, no viene al caso, que dejaran de verse asiduamente durante muchíiiiiisimas horas, tampoco.
Fue sorprendente que una llamada de teléfono (o un whatsapp, que también en esto se discrepa), nos activara a Marisi, a Leli y a mí para una empresa, en principio simple, que nos ha deparado un estado de insospechada felicidad y un disfrute inusual (aun cuando ha consistido en ¡¡trabajar!!) que todavía dura y recordaremos durante largo tiempo.
Cuesta encajar este tipo de faenas en el concepto de trabajo que socialmente se maneja.
Todo comenzó…
…Con un sobrino que tocó la fibra sensible de la tita Marisi para escaquearse de los deberes escolares (días despues de escribir este artículo, aparece la versión correcta y completa), activándole la vena fabuladora que la llevó a escribir un cuento para el cole en un pispás. Marisi tocó la fibra artística (¡qué colosal fibra!) de Leli y, por último, tocó mi fibra de delineante de sueños y arquitecto de aspiraciones.
Con el coronavirus y la pandemia amenazando, cada cual en su confinamiento (Mijas, Lucena y Churriana de la Vega), las nuevas tecnologías, y las antiguas también, nos han permitido cruzar ideas y plantear el proyecto. Marisi había escrito y troceado el cuento en porciones para las que Leli gestaba ilustraciones mientras yo acechaba a la espera.
Cómo y dónde se acomodarían visualmente texto e imagen fue la primera decisión que Leli había tomado de antemano proponiendo un tamaño capaz de conciliar la explosión estética con la aridez presupuestaria: página de 25,5 X 20 cm.
El romance de ideas y colores se traducía en trece páginas para la escritora y otras trece para la ilustradora, una para los créditos y otra para las presentaciones, 28 páginas en total para una publicación destinada a ser manejada por rapaces y rapazas. La idea que sobrevolaba los espacios confinados era la de simbiosis entre dos lenguajes, la de fusión de los códigos lingüísticos y pictóricos en un mensaje único.
Había que envolver y dar cuerpo al cuento, tarea complicada por tratarse de una obra con tan solo 14 hojas que no merecían el sostén unificador de una triste grapa en un exiguo lomo. ¿Cómo darle un cuerpo con personalidad propia?: papel de 200 gramos en las hojas interiores y 300 gramos para una portada envolvente que abraza el contenido facilitando su manejo mediante una encuadernación con wire-o.
Los planos de los cimientos y la estructura quedaron más o menos definidos a falta de que entraran los materiales para comenzar la edificación de un sueño que pasó de particular a colectivo en un momento indefinido del proceso.
Acabó el estado de alarma y las tres implicadas, ellas dos y mi persona, coincidimos en la lucentina casa de Leli para disfrutar de las ilustraciones y perfilar la dinámica de trabajo en el tiempo que restaba, que no era poco. La escritora envió un manuscrito electrónico y la mayor parte de las ilustraciones originales viajaron a Granada para pasar por el escáner; quedaron unas pocas que servirían para crear fondos destinados a las páginas de texto.
Todo continuó…
Conocemos el caos temporal que supone la presencia de albañiles, fontaneras, electricistas y pintoras en cualquier proceso de edificación, amén de los inevitables requerimientos burocráticos para garantizar la legalidad de la obra. En tiempo récord hemos resuelto cuestiones tipográficas, ortográficas, compositivas y burocráticas en un ambiente colaborativo realmente excepcional, desde la portada hasta la página de créditos, la última, pasando por la página de presentación y todas las demás, desde el primero al último día. Pruebas, bocetos, sugerencias, cambios…
Para las páginas de texto, se han utilizado recursos gráficos extraídos de las ilustraciones, fondos creados ex profeso o colores planos,sirviendo también el tamaño, el color y la disposición del texto como elementos gráficos complementarios.
En poco tiempo, estaremos reunidas de nuevo para la fase definitiva del proyecto: en poco tiempo, Marisi y Leli tendrán en sus manos los cuentos físicos que ya conocen virtualmente por una presentación apresurada e improvisada mediante una video llamada.
La satisfacción no tiene precio.
Gracias, Marisi; gracias, Leli.
Si alguien quiere contactar con Marisi, que pinche acá; si quiere hacerlo con Leli, que lo haga aquí.
Unos días después…
Legó el momento.
Tenía noticias de que Marisi viajaba a Lucena el fin de semana, Leli había confirmado que estaría allí, pero me quedaba la duda de si, con la nueva normalidad a las espaldas, daría tiempo a imprimir, guillotinar, hedir, laminar y encuadernar la primera tirada para acercarla a Lucena para que la escritora y la autora palpasen y examinasen a sus criaturas. Una llamada por teléfono me confirma que es posible que estén listos para el viernes. Genial. Crucé los dedos, toqué madera y me puse a esperar.
Contra todo pronóstico, una nueva llamada me comunica el jueves que puedo pasar a recogerlos el jueves. De récord. Los recojo y me paso toda la tarde del jueves y el viernes viendo los ejemplares compulsivamente, deteniéndome en los detalles, comprobando las correcciones técnicas realizadas a última hora, comparando las imágenes impresas con las ilustraciones originales de Leli que tenía en mi poder, y mostrando un ejemplar a cada visita que pasaba por casa. Reconozco que estaba como un niño con bicicleta nueva, mirando un ejemplar detrás de otro como si fuesen diferentes y pensando en el sorpresón que les iba a dar a las colegas que no me esperaban por Lucena.
La sorpresa me la da Marisi. Whatsapp a las 0:21 de la noche. Marisi: “¿Se puede cambiar una errata? ¿Estamos a tiempo?”. Para mí era urgente no destapar la sorpresa de que, en unas horas, tendrían los ejemplares en sus manos, pero vaya rollo.
Con el chasco en el cuerpo, salgo el sábado con la carga camino de Lucena. Llego para medio día y contacto con las dos. Imposible vernos juntos a medio día, así que quedo con Marisi a las siete y media y con Leli para tomar una cerveza a medio día en su campo. Alucina con los libros en las manos, alucinamos con lo bien que lo hemos pasado haciendo el trabajo, le dejo sus ejemplares y quedamos en vernos en casa de los Morales a las siete y media de la tarde.
A la hora acordada estamos en la casa de El Abuelo, santuario cultural para mucha gente de Lucena, y aparecen sobre la mesa las copias ya terminadas del cuento. Marisi se queda a cuadros y le damos su tiempo para que las disfrute. Las disfrutan también Carmencita Martínez, Cheli, Mª Carmen, Juan, Paula y Julia (ésta, por segunda vez en el día), que aprecen por allí. Unas horas alucinando y planteando algún cambio para la siguiente edición que, me temo, será para mañana o pasado. También sale a relucir un nuevo proyecto, así que estemos expectantes.
Quedan pendientes varias cosas que aclarar sobre Sin miedo, pero eso será en otro momento. Mientras tanto, podéis ver el vídeo promocional del cuento pinchando aquí.
En septiempre de 2020, hacemos la tercera tirada de ejemplares, esta vez incorporando marcapáginas:
Escribes un haiku, dos, tres, cuatro… y de pronto te das cuenta de que el reto de encapsular lo que piensas, lo que sientes, lo que oyes, en diecisiete sílabas es como una droga que agita tus neuronas hasta que lo consigues.
El verano es una época proclive a viajar, a relajarse de mil maneras bajo el influjo de sus días de sol y sus noches de luna y estrellas. También el verano sirve para visitar a los amigos, para desplazarte a lugares que están ahí durante todo el año esperándote sin que tú lo sepas y, aunque lo sepas, te sorprenden.
Acudes a los paisajes, a los conciertos, a las tertulias, con el ánimo excitado por los anocheceres tardíos y los sentidos abiertos de par en par. Y, de pronto, una escena, un sonido, un gesto, cualquier cosa cotidiana te reclama el 5–7–5 de tres versos silábicamente contados, medidos hasta que encajan.
Es lo que tienen los haikus, que se meten en las venas y no paran hasta que el pensamiento se expresa en la dosis exacta: 5, 7 y 5 sílabas. Surgen en el momento y, a modo de bloc de notas, se utiliza el Facebook para que no se olviden y más tarde rescatarlos.
Poco a poco, el verano va acabando y también la cacería de poemas japoneses que ya alcanzan a ser más de cien. ¿Qué hacer con ellos? Surge la idea de hacer un libro con este material y la decisión es mostrar un haiku por página. Por su tamaño, probamos con varios bocetos de paginación hasta que el formato cuadrado se impone sobre los rectangulares con 9X9 cm. y un lomo de 5 mm.
Para la portada utilizamos la fotografía agresiva de una jeringa en diagonal que evoca la idea del haiku como droga adictiva. El título mismo refuerza la imagen formando el primer haiku del libro:“Haikus en vena / pensamiento adictivo / dosis de versos”. Como complemento, en un cuadrante de círculo se incluye la palabra haiku escrita en japonés. Para la contraportada se continúa con la idea y entre todos los elementos que la componen se incluye, a modo de epílogo y reseña, otro haiku: el último.
Llegado el momento de dar forma al contenido, elegimos una paginación con elementos de las portadas y los mismos tipos de letra: Onetrick Tony (imitación de la escritura manual) para el título del libro en el encabezado y Traveling Typewriter (imitación de los tipos de las antiguas máquinas de escribir) para el resto.
Hemos utilizado papel ahuesado de 80 gr. en el interior y estucado brillo de 300 gr. en las portadas con acabado de laminado mate.
El resultado es un libro literalmente de bolsillo, de fácil manejo y aspecto realmente atractivo.
Leí hace unos años el libro República, guerra y represión. Lucena 1931-1939 del historiador afincado en Lucena Arcángel Bedmar González. Me impresionaron dos cosas: el inquietante parecido entre muchos de los hechos recogidos en él con la actualidad y su calidad literaria. Intenté, sin éxito, que personas conocidas lo leyeran, pero tropecé con la tradicional aversión a leer textos considerados eruditos.
Me asaltó la idea de novelar el libro incluyendo unos personajes y una trama que lo acercaran al concepto de novela, alejado de la aureola “negativa” que rodea a la erudición, el ensayo o el estudio. Comencé allá por 2012, cuando los efectos de la crisis habían traspasado el ámbito económico y dieron paso al ideológico. Muchas declaraciones y acciones de las élites políticas, financieras y económicas durante la crisis las vi reflejadas en el libro de Arcángel casi un siglo antes.
Los personajes creados se independizaron de mi voluntad y tomaron las riendas de sus propios relatos, haciendo que mi papel se limitara casi a dar forma a una trama de la que soy sólo el germen. Cuando acabé de incrustar datos del libro histórico en diálogos y descripciones, me vi en la tesitura de cerrar las andanzas de los personajes ficticios con la sorpresa de que tal cierre duplicó el número de páginas que llevaba escritas.
Terminadas la redacción y las correcciones, el libro se ha maquetado en tamaño de página 16 X 23 cm., con márgenes superior e inferior de 2 cm., interior de 3,2 cm. y exterior de 1,75 cm., utilizando para la impresión papel ahuesado de 80 gramos. El resultado son 590 páginas divididas en 46 capítulos. Se pueden leer los cinco primeros capítulos pinchando aquí.
Para la cubierta, se ha utilizado papel estucado de 350 gr. con plastificado mate, y está dividida en cinco zonas: portada, contraportada, lomo y dos solapas. La solapa de portada incluye una fotografía de Ángeles, mi madre, atendiendo a sus clientas en el puesto de la plaza y otra de mi padre, Juanillo el Alhucemo, junto a mi madre sosteniendo a un servidor sobre el mostrador del puesto de frutas y verduras. La solapa de contraportada contiene una relación de libros de mi autoría.
La fotografía de la portada corresponde al trabajo de unos obreros en una de las tinajerías existentes en Lucena hacia el año 1913. En la contraportada se reproduce la conocida foto con la pancarta del “No pasarán” durante la defensa de Madrid en la Guerra Civil a la que obligó el sangriento golpe de estado militar que acabó con la II República.
Como todos mis libros publicados, Mati Matilde está disponible en papel en Librería Pipo (Lucena), librería Mi Garabato 2.0 (Lucena), librería Juan de Mairena (Granada) y (si no queda más remedio o se prefiere el formato .epub) en Amazon.
Abajo se puede ver el vídeo promocional del libro.
La Cofradía Literaria de La Herradura es “un grupo de escritores andaluces que tienen su primera o segunda residencia en el pueblo costero de la provincia de Granada y allí han desarrollado parte importante de su actividad literaria”, en palabras del cofrade Álvaro Salvador.
Nos llega, a través de Pipo, la propuesta de maquetar un libro a partir de los originales aportados para la ocasión por cuatro poetas (Álvaro Salvador,Reinaldo Jiménez, Rocío Fernández Víctor y Tomás Hernández), el dibujante y pintamonas Juanfran Cabrera y cinco artesanos de la prosa (Andrés Cárdenas, Fran Ortiz Fuentes, Paulino Álvarez, Pepa Merlo y Salvador Compán). Para coordinar la edición, fue fundamental la labor realizada por Almudena Rubio (autora del prólogo), que aportó las indicaciones oportunas aportadas por los cofrades, además de los textos, en aspectos de diseño, maquetación y corrección. Trabajar con ella a golpe de correos electrónicos y WhatsApp, ha sido una experiencia realmente enriquecedora.
Queremos reseñar que, mientras se gestaba el libro, tuvo lugar el óbito de Paulino, con la consiguiente consternación de La Cofradía y la decisión de dedicarle la edición.
El libro estaba decidido que tendría dos bloques, uno de poesía al principio y otro de prosa al final con un cómic de Juanfran en el centro. También había que crear unas portadillas para cada autor en las que se incluyen su caricatura y una breve reseña biográfica. El mismo concepto se utilizó en la apertura del libro y la presentación inicial del listado de autores y autoras.
El tamaño de página es de 21 X 14,5 cm. y se ha utilizado papel ahuesado de 90 gramos con encuadernación fresada para un total de 142 páginas. En cuanto a la portada, se incluyeron dos solapas y se hizo una prueba sobre fondo negro y otra sobre fondo blanco para decidir una. El resultado fue que, celebradas unas votaciones al efecto, hubo división de opiniones, por lo que se acordó realizar una parte de la edición con portada negra y otra con blanca. En ambos casos, se utilizó papel estucado mate de 300 gramos y laminado mate.
El resultado fue un libro sólido en continente y contenido con un excelente resultado en cuanto a la inclusión del cómic. La edición de 170 ejempares se puso a la venta en librerías y comercios de La Herradura agotándose en poco tiempo, por lo que hubo que hacer una nueva tirada de 50 ejemplares, ya con todas las portadas en fondo blanco.
Gracias a Pipo y a Almudena por haberme hecho sentir cofrade durante un tiempo.