Juan Antonio Olivares vino de la mano de la amiga Ámala, del gran Paco Moyano y de Lola Maiztegui. Se pusieron en contacto para ver la posibilidad de dar forma a los datos recopilados durante largos años y a sus impresiones acerca de la represión franquista en Alhama de Granada. Apunta Juan Hidalgo Cámara, doctor en Historia Contemporánea de la Universidad de Almería, en el prólogo:
“Todas las causas militares de personas que pasaron por los Consejos de Guerra, han sido plasmadas en este libro, más historias orales de familiares de éstos, más todo lo recogido en multitud de archivos, registros civiles…”
El libro resultante “Antes, durante, después. Represión franquista en Alhama de Granada”son 524 páginas de datos, testimonios, reflexiones, notas a pie de página, fotografías, recortes de prensa, etc. en un tomo de 17X24 cm. en blanco y negro. Las correcciones fueron tan numerosas que evocaron el diálogo entre Jorge Luis Borges y Alfonso Reyes, escritor y embajador de México en Argentina; éste preguntó a Borges: «¿Por qué publicamos?» a lo que Borges contestó: «Reyes, para dejar de corregir».
Para la portada, se eligió una lámina de Alhama de Granada realizada por Elvira Fernández Iglesias y para la contraportada una foto de jameños y jameñas de la época. La lámina se reprodujo aparte, en tamaño A3, para ser entregada junto al libro.
Para finalizar, realizamos un marcapáginas a color con fotografías de las que aparecen en el libro reproducidas en blanco y negro. Hicimos una primera tirada de cien ejemplares que posteriormente se amplió con otra de cincuenta, cómo no, corregida y aumentada.
Hasta la revolución digital, las memorias de las personas mayores quedaban relegadas a las conversaciones entre familiares y amistades, rara vez eran recopiladas por alguien para ser publicadas y en la mayoría de los casos pasaban a la posteridad cuando alguien citaba fragmentos en artículos o publicaciones.
De veinte años a esta parte, las personas mayores han tomado las riendas de sus vivencias y cada vez son más los y las que se atreven a escribir –con o sin ayuda– sus propias memorias.
Aquí dejamos algunos ejemplos que han pasado por nuestras manos.
Comenzamos por el libro Olvidos y recuerdos de Lucena. Este libro recopila las vivencias de las personas que acuden a la Asociación de Alzheimer de Lucena. Es, por tanto, un libro coral de 136 páginas a color coordinado por el personal técnico de la Asociación de Alzheimer Nuestros Ángeles. En él se incluyen textos facilitados por los usuarios, fotografías aportadas por sus familias y curiosidades del pueblo.
Antonio Muñoz Herencia dice en la reseña de contraportada: “En estas páginas, a pesar de mi escaso nivel académico, a mi manera, y con mi experiencia, me atrevo a escribir mis memorias sin otra intención que la de dejar plasmadas, para mis seres más queridos, las vicisitudes que a lo largo de mi trayectoria por este mundo, la vida me ha deparado. Seguro que gran parte de ellas las desconocen”. Nos ha dejado 444 páginas, tamaño 17X24, de recuerdos en una edición de 20 ejemplares.
Jesús Páez ha escrito algo más que unas memorias, pues en el libro intercala noticias acaecidas en el mundo durante su vida y reseñas de personajes que lo han marcado. Nos dice en el prólogo de Autorretrato de una persona peculiar. O no: “Dado que envejecer es algo inexorable, nos hemos inventado que lo fundamental es cómo uno se percibe a sí mismo, cómo se siente cada cual de viejo o de joven”. Se han publicado 6 ejemplares del libro que consta de 316 páginas en formato 17X24 con portada provista de solapas.
Joaquín Rosillo Becerra es una de esas personas imprescindibles en la sociedad. Ha publicado dos libros de memorias: El sueño de Joaquín Joaquín, en su 98 cumpleaños y 99 y 100 al cumpir los cien. De 128 páginas el primero y 174 el segundo, en tamaño 17X24 ambos, se publicaron 100 ejemplares de cada. Dice su hija Maite en el prólogo de El sueño de Joaquín: “Joaquín recoge los frutos de su largo camino, y entre ellos centra la atención en uno de los más significativos, un gran sueño que pudo hacer realidad: el Hogar para mayores en su pueblo, San Juan de Aznalfarache”.
Socorro González Gómez, maestra jubilada, ha recopilado sus memorias en Vivencias y reflexiones de una maestra y madre. En la reseña de contraportada dice: “Nací en Avilés (Asturias) el 6 de noviembre de 1921, en el Siglo XX. Nunca pensé llegar al XXI, pero aquí estoy”. Se han hecho 5 tiradas de 36 ejemplares cada una en tamaño A5. Libro de 244 páginas donde se combinan texto (páginas en papel ahuesado) y fotografías (en papel blanco), en cada una de las tiradas se han hecho correcciones y añadidos.
Antonio González Prieto ha escrito Cuando llega el otoño, libro de 292 páginas en tamaño 17X24 donde relata los pasajes de su vida y nos regala con varios poemas de los que es autor. El libro está ilustrado con numerosas fotografías que inmortalizan muchos momentos importantes de su vida. Se ha hecho una tirada inicial de 24 ejemplares y posteriormente otra de 12.
Flora medicinal del Parque Natural de las sierras de Almijara, Tejeda y Alhama es algo más que un libro: es una vivencia compartida con mi amigo Lorenzo Robles, a traves de la cual lo conocí mucho mejor y afianzamos nuesta amistad.
Lorenzo Robles (Alhama de Granada) es uno de esos amigos que te hacen pensar y que dan sentido a la vida. Hace 20 años (o más), me habló de unas fotos que atesoraba en un cajón y de unos textos que guardaba en un ordenador, un material relacionado con su profesión, su especialidad y su pasión: las plantas y la jardinería.
Recientemente, me dijo que quería hacer con todo el material recopilado un libro. Nos sentamos con varias cervezas a mano y hablamos. Varias semanas (y varias cervezas) después, teníamos claro que debía ser un libro divulgativo, agradable a la vista y de fácil manejo para todo tipo de público, todo ello sin menoscabo de su rigor científico. Para ello, creé unos iconos específicos destinados a la identificación de las características y aplicaciones de las plantas. De ahí surgió el libro Flora medicinal del Parque Nacional de las sierras de Almijara, Tejeda y Alhama.
Las fotos, hechas con una máquina de carrete, de ésas que se manejaban en los años 80, de las de andar por casa, ofrecían todas las dificultades propias de fotógrafos inexpertos y del tiempo transcurrido desde que fueron reveladas. Los dos disfrutamos de largas sesiones de escáner, Photoshop y cervezas hasta dejarlas en un estado “potable” para su reproducción en imprenta.
El resultado es un libro de 276 páginas a todo color en papel estucado mate de 90 gramos, encuadernación rústica de cuadernillos cosidos y portada a color laminada mate. Hicimos un marcapáginas incluyendo los iconos utilizados en la ficha de cada planta en sus dos caras, útil para identificar las leyendas.
La portada reproduce una acuarela hecha por Toni Santiago Raya, coautor del libro, para lo cual hubo que desmontar el marco, sacar la lámina, escanearla en un dispositivo de gran tamaño y alta resolución, volver a meterla en el marco y precintarlo de nuevo.
Dice el autor en la Nota preliminar del libro:
“Hace mucho tiempo, sentados bajo la sombra de la parra que cubría el porche del cortijo Gurugú, en los Baños de Alhama de Granada, ojeábamos un libro de Dioscórides sobre Plantas Medicinales y reconocimos algunas de ellas en sus láminas. Las identificamos porque vivíamos próximos a ellas y las veíamos cada año en todo su periodo vegetativo. De la mayoría de las plantas no conocíamos ni siquiera sus nombres, nos resultaban familiares porque estaban en los lugares de nuestros itinerarios y excursiones: caminos, veredas, barbechos, riberas, laderas, cimas… desde La Alcauca a Otívar, los puntos más distantes de lo que, actualmente, es el Parque Natural de las Sierras de Almijara, Tejeda y Alhama. Muchos años después de aquella tarde ojeando el libro de Dioscórides, y algunos años más tarde también del fallecimiento de Toni (coautor de este libro); repasaba el catálogo de más de doscientas treinta plantas medicinales y las fotografías que hicimos, que no he querido actualizar porque cada una es un recuerdo; y pensé que era el momento de compartir todo ese material. Ojalá estas páginas sirvan para avivar el deseo de conocer mejor el mundo de las plantas medicinales y este maravilloso Parque Natural de las Sierras de Almijara, Tejeda y Alhama”.
Marisi Morales (Lucena–Córdoba), a la presentación de su novela He prolongado el eco, llevó un poemario que también había publicado y que compartía evento con el anterior. Curioso, le eché un vistazo a la delgada edición del poemario y le comenté que, tal vez, se podría hacer una cosa más coqueta. Me dijo que sí.
Cuando leí en la nota de la autora “Desde muy joven me ha gustado escribir y, a pesar de que la escritura ha sido siempre para mí una terapia, “un asunto personal”, un encuentro conmigo misma y con el papel (la mejor de las medicinas para entender el mundo e incluso para comprenderme yo), nunca he tenido la intención de dar a conocer lo que escribía porque continuamente he pensado que era algo mío y muy íntimo, además de que lo veía ridículo y poco atractivo para nadie”, confieso que me quedé a cuadros.
Cuando leí, más adelante, “…en 2006, una compañera de Departamento de Lengua y buenísima amiga, … me contó que … iba a publicar su libro y que si podía escribirle el prólogo. … (era un ángel). Desgraciadamente ella nunca llegó a leerlo. A raíz de ahí, con su fuerza y con la mía, y sin forzar nada, comencé a escribirle un poema cada año en el aniversario de su fallecimiento”, confieso que vi en aquéllos siete (7) poemas algo más que palabras: vi en esos versos el sentimiento padecido por mí mismo tras una inevitable experiencia similar.
Intercambiamos correos y whatsapp y me puse manos a la obra. Le propuse ilustrar el libro y echó mano de Juan Galán Molina. Fuimos dando forma a la criatura subiendo textos, bajando tamaños de letra, cuadrando páginas, como quien está confeccionando un traje o vestido en equipo.
Siete (7) poemas no dan para mucho en el campo editorial por mucha imaginación y mucho relleno que se maneje, así que hicimos varias pruebas: una en papel de 90 gramos con portada de 150 y grapa en el lomo, quedaba “cuco” pero sin sustancia; otra prueba consistió en añadir otros poemas de forma que el libro permitía abrirse por las dos portadas (eliminamos la contraportada) como si fuesen dos libros en uno, pero el segundo poemario quedaba como invasor del de su amiga Marga; la definitiva, la que se muestra al final, adquirió cuerpo utilizando papel de 200 gramos para el interior, cartulina de 300 para la portada envolvente laminada y encuadernación en wire-o.
Quedé satisfecho, quedó satisfecha. El libro resultante es toda una delicia visual y táctil de veintiocho (28) páginas con casi un centímetro en sus dos lomos. Nada que ver, a pesar de todo, con el torrente sensorial y sentimental de su poético y vital contenido.