Gala, la perra de mi vida

El maestro Pipo nos envía un archivo para maquetar un relato. Estamos acostumbrados a recibir de todo, pero, al abrir el archivo y hacer una lectura por encima, notamos algo que lo diferenciaba de todos cuantos hemos recibido hasta ahora, sin saber a ciencia cierta a qué obedecía tal impresión. Fue en una lectura más sosegada cuando se puso de manifiesto lo extraordinario que encerraban esas páginas: eran puro sentimiento, puro amor, los que Araceli Delgado Aguilar había plasmado.

Sabiendo lo que teníamos en nuestras manos, lo primero que advertimos es que la extensión del relato apenas daba para un folleto grapado en el lomo. El contenido, y Gala, se merecían algo más. Esa fue la primera preocupación: darle una forma más acorde con el contenido, por lo que probamos varios tamaños de página que le dieran un cuerpo más acorde con lo expresado. Así, vimos que el formato más adecuado era de 105X150 mm, un tamaño de letra amigable y un interlineado que hiciera más cómoda su lectura.

Solucionado el cuerpo del interior, surgió un reto de los que nos gustan y asustan: componer la portada y, sobre todo, el lomo, fundamental para que un escrito supere el concepto de folleto para pasar directamente al de libro. La portada no fue problema por la magnífica foto aportada de Gala entre mantas. Para la contraportada, jugamos con una ilustración a partir de otra fotografía de la protagonista e incluimos una acertada frase de Mahatma Gandhi. Quedaba el lomo: un reto técnico que el personal de encuadernación ha resuelto satisfactoriamente tratándose de un ancho al límite de las posibilidades de la hendidora y de la encuadernadora.

Como resultado, hemos hecho un libro de pequeñas dimensiones, pero grande en contenido: un pequeño placer para los amantes de los libros, de los animales y de los sentimientos.

Gracias, Araceli.