Estábamos en plena resaca del cuento “Sin Miedo”, disfrutando de las opiniones vertidas por quienes lo habían leído, sacando una nueva tirada y rediseñándolo para que Leli Cantarero lo presentara a un concurso de ilustración. Estábamos así cuando Marisi pone en contacto con Leli y conmigo a Maribel Plaza.
Maribel, sin duda atraída por la edición de “Sin Miedo”, pregunta si es posible darle forma a un cuento suyo, “Lizzy y los siete miedos”, para presentarlo a una editorial. ¡¿Cómo no?! es el grito unísono de Leli y mío. ¡Ahora mismo! Nos ponemos manos a la obra calculando tamaños y número de páginas para presupuestar. Aceptado el plan de trabajo, Leli se pone a trabajar.
En tiempo sorprendentemente corto, recibo un paquete con los originales de las ilustraciones y dedico más de dos horas a contemplarlas por delante y por detrás, observando cada detalle de los trazos, las texturas y los trozos que componen los collages. Una vez más, quedo sorprendido de la capacidad creadora y agradecido de poder trabajar con semejante material.
Hemos acordado un tamaño de página para el cuento de 16X22 cm. apropiado para un público entre los ocho y los once años y con unos márgenes, entre la página y la caja de texto, suficientes para dar aire a la lectura con una visualización equilibrada y agradable.
La tipografía seleccionada es el tipo Benguiat Book con tamaño 12 puntos e interlineado de 21,3 puntos. En la mayoría de las páginas, el color elegido es el azul, utilizando el blanco en aquella cuyo fondo permite su lectura fácilmente por contraste cromático.
Con objeto de dar mayor atractivo al conjunto, se han utilizado como recursos de ilustración algunos detalles de los originales para las páginas que quedaban exentas de lámina. La presencia de estos recursos supone para el lector o lectora una motivación visual y una invitación lúdica a identificar la lámina a la que pertenece cada uno.
El resultado final es un cuento que consta de 24 páginas que incluyen una portadilla interior de presentación y una página final de créditos. El interior está pensado para su impresión en papel de 200 gramos y su encuadernación con wire-o y portada envolvente de 300 gramos. En su defecto, la editorial puede optar por impresión en cartoné y encuadernación en tapa dura.
Leli tambien ha tenido en cuenta el diseño de una portada polivalente que puede adaptarse a los dos tipos de encuadernación propuestos.
Una vez más, la satisfacción ha sido plena y sólo nos resta desear suerte a la autora del cuento en su aventura en el mundo de la edición.
Un extraordinario acontecimiento ha tenido lugar unas trescientas mil horas después. Hay quien difiere de la cantidad por arriba o por abajo, pero lo cierto es que ha sido algo excepcional, singular, asombroso. Que quienes han gestado el prodigio se conocieran desde hace tantíiiiisimas horas, no viene al caso, que dejaran de verse asiduamente durante muchíiiiiisimas horas, tampoco.
Fue sorprendente que una llamada de teléfono (o un whatsapp, que también en esto se discrepa), nos activara a Marisi, a Leli y a mí para una empresa, en principio simple, que nos ha deparado un estado de insospechada felicidad y un disfrute inusual (aun cuando ha consistido en ¡¡trabajar!!) que todavía dura y recordaremos durante largo tiempo.
Cuesta encajar este tipo de faenas en el concepto de trabajo que socialmente se maneja.
Todo comenzó…
…Con un sobrino que tocó la fibra sensible de la tita Marisi para escaquearse de los deberes escolares (días despues de escribir este artículo, aparece la versión correcta y completa), activándole la vena fabuladora que la llevó a escribir un cuento para el cole en un pispás. Marisi tocó la fibra artística (¡qué colosal fibra!) de Leli y, por último, tocó mi fibra de delineante de sueños y arquitecto de aspiraciones.
Con el coronavirus y la pandemia amenazando, cada cual en su confinamiento (Mijas, Lucena y Churriana de la Vega), las nuevas tecnologías, y las antiguas también, nos han permitido cruzar ideas y plantear el proyecto. Marisi había escrito y troceado el cuento en porciones para las que Leli gestaba ilustraciones mientras yo acechaba a la espera.
Cómo y dónde se acomodarían visualmente texto e imagen fue la primera decisión que Leli había tomado de antemano proponiendo un tamaño capaz de conciliar la explosión estética con la aridez presupuestaria: página de 25,5 X 20 cm.
El romance de ideas y colores se traducía en trece páginas para la escritora y otras trece para la ilustradora, una para los créditos y otra para las presentaciones, 28 páginas en total para una publicación destinada a ser manejada por rapaces y rapazas. La idea que sobrevolaba los espacios confinados era la de simbiosis entre dos lenguajes, la de fusión de los códigos lingüísticos y pictóricos en un mensaje único.
Había que envolver y dar cuerpo al cuento, tarea complicada por tratarse de una obra con tan solo 14 hojas que no merecían el sostén unificador de una triste grapa en un exiguo lomo. ¿Cómo darle un cuerpo con personalidad propia?: papel de 200 gramos en las hojas interiores y 300 gramos para una portada envolvente que abraza el contenido facilitando su manejo mediante una encuadernación con wire-o.
Los planos de los cimientos y la estructura quedaron más o menos definidos a falta de que entraran los materiales para comenzar la edificación de un sueño que pasó de particular a colectivo en un momento indefinido del proceso.
Acabó el estado de alarma y las tres implicadas, ellas dos y mi persona, coincidimos en la lucentina casa de Leli para disfrutar de las ilustraciones y perfilar la dinámica de trabajo en el tiempo que restaba, que no era poco. La escritora envió un manuscrito electrónico y la mayor parte de las ilustraciones originales viajaron a Granada para pasar por el escáner; quedaron unas pocas que servirían para crear fondos destinados a las páginas de texto.
Todo continuó…
Conocemos el caos temporal que supone la presencia de albañiles, fontaneras, electricistas y pintoras en cualquier proceso de edificación, amén de los inevitables requerimientos burocráticos para garantizar la legalidad de la obra. En tiempo récord hemos resuelto cuestiones tipográficas, ortográficas, compositivas y burocráticas en un ambiente colaborativo realmente excepcional, desde la portada hasta la página de créditos, la última, pasando por la página de presentación y todas las demás, desde el primero al último día. Pruebas, bocetos, sugerencias, cambios…
Para las páginas de texto, se han utilizado recursos gráficos extraídos de las ilustraciones, fondos creados ex profeso o colores planos,sirviendo también el tamaño, el color y la disposición del texto como elementos gráficos complementarios.
En poco tiempo, estaremos reunidas de nuevo para la fase definitiva del proyecto: en poco tiempo, Marisi y Leli tendrán en sus manos los cuentos físicos que ya conocen virtualmente por una presentación apresurada e improvisada mediante una video llamada.
La satisfacción no tiene precio.
Gracias, Marisi; gracias, Leli.
Si alguien quiere contactar con Marisi, que pinche acá; si quiere hacerlo con Leli, que lo haga aquí.
Unos días después…
Legó el momento.
Tenía noticias de que Marisi viajaba a Lucena el fin de semana, Leli había confirmado que estaría allí, pero me quedaba la duda de si, con la nueva normalidad a las espaldas, daría tiempo a imprimir, guillotinar, hedir, laminar y encuadernar la primera tirada para acercarla a Lucena para que la escritora y la autora palpasen y examinasen a sus criaturas. Una llamada por teléfono me confirma que es posible que estén listos para el viernes. Genial. Crucé los dedos, toqué madera y me puse a esperar.
Contra todo pronóstico, una nueva llamada me comunica el jueves que puedo pasar a recogerlos el jueves. De récord. Los recojo y me paso toda la tarde del jueves y el viernes viendo los ejemplares compulsivamente, deteniéndome en los detalles, comprobando las correcciones técnicas realizadas a última hora, comparando las imágenes impresas con las ilustraciones originales de Leli que tenía en mi poder, y mostrando un ejemplar a cada visita que pasaba por casa. Reconozco que estaba como un niño con bicicleta nueva, mirando un ejemplar detrás de otro como si fuesen diferentes y pensando en el sorpresón que les iba a dar a las colegas que no me esperaban por Lucena.
La sorpresa me la da Marisi. Whatsapp a las 0:21 de la noche. Marisi: “¿Se puede cambiar una errata? ¿Estamos a tiempo?”. Para mí era urgente no destapar la sorpresa de que, en unas horas, tendrían los ejemplares en sus manos, pero vaya rollo.
Con el chasco en el cuerpo, salgo el sábado con la carga camino de Lucena. Llego para medio día y contacto con las dos. Imposible vernos juntos a medio día, así que quedo con Marisi a las siete y media y con Leli para tomar una cerveza a medio día en su campo. Alucina con los libros en las manos, alucinamos con lo bien que lo hemos pasado haciendo el trabajo, le dejo sus ejemplares y quedamos en vernos en casa de los Morales a las siete y media de la tarde.
A la hora acordada estamos en la casa de El Abuelo, santuario cultural para mucha gente de Lucena, y aparecen sobre la mesa las copias ya terminadas del cuento. Marisi se queda a cuadros y le damos su tiempo para que las disfrute. Las disfrutan también Carmencita Martínez, Cheli, Mª Carmen, Juan, Paula y Julia (ésta, por segunda vez en el día), que aprecen por allí. Unas horas alucinando y planteando algún cambio para la siguiente edición que, me temo, será para mañana o pasado. También sale a relucir un nuevo proyecto, así que estemos expectantes.
Quedan pendientes varias cosas que aclarar sobre Sin miedo, pero eso será en otro momento. Mientras tanto, podéis ver el vídeo promocional del cuento pinchando aquí.
En septiempre de 2020, hacemos la tercera tirada de ejemplares, esta vez incorporando marcapáginas:
Ángel Correa Torres (Granada) acudió a nosotros exultante con una ilusión en la mente y un cuento en un pendrive. Como cualquiera que invierte tiempo en teclear el producto de su imaginación, quería publicar La sábana mágica, su cuento, para que fuese leído por un público a partir de los ocho años.
Leído el original, quedamos con el autor para intercambiar impresiones, la primera de ellas que el cuento era genial y merecía una cuidada edición que enganchara al exigente público infantil a su lectura. Hablamos de tamaños, tipografías, interlineados, márgenes y demás aspectos técnicos de decisiva influencia en un público que se inicia en la lectura. La distribución en capitulos planteada por Ángel era ideal para dosificar el relato y un apéndice de vocabulario era un complemento pedagógico perfecto del futuro libro.
Pero faltaba algo que atrajera de forma definitiva e irresistible a la infancia. Le propusimos la necesidad de ilustrarlo y, en un primer momento, recurrimos a un boceto con imágenes provisionales pescadas en internet para que se hiciera una idea. Se entusiasmó de tal forma que accedió a recurrir a una profesional experta en tales menesteres que vivía en un paraje de cuento: un camping/casa rural/granja escuela situada en Güejar Sierra, en los límites del espacio natural de Sierra Nevada.
Allí explicamos el proyecto a Susana Vegas Mendía, la ilustradora, que se sintió involucrada en él desde el primer momento. Ángel también sintió que era la ilustradora para su cuento desde el momento en que contempló algunas ilustraciones y bocetos realizados por ella. Al poco tiempo, y tras negociar la cantidad de ilustraciones a realizar, tenía no sólo los bocetos, sino las definitivas.
Para implementar las cabeceras de página, decidimos crear unos iconos personalizados para cada capítulo, a partir de las ilustraciones, que sirvieran de guía al público infantil. Dado que el libro, en principio, iba a ser en blanco y negro, creamos los iconos primero a color y después los pasamos a escala de grises.
El resultado fue un libro de tamaño 21X14, con 85 páginas impresas en papel estucado de 100 gramos. Pero hicimos algo más: dada la espectacularidad de las ilustraciones, Ángel tomó la decisión de que las páginas ilustradas se imprimieran a color. Así lo hicimos, resultando un libro con unas páginas a color y el grueso de ellas en blanco y negro, lo que supuso una considerable reducción de costes en comparación con una tirada en imprenta que hubiera obligado a la impresión completa a color con el consiguiente incremento del precio final. La tirada fue de 100 ejemplares.
Lo último fue crear una versión epub incluyendo las ilustraciones a color para poder visualizar el cuento en dispositivos electrónicos.